La Ética Médica comenzó a manifestarse tímidamente finales del siglo XVIII y lo decimos así porque la evolución fue lenta. En 1772, John Gregory, profesor en Edimburgo, publicó una serie de conferencias para estudiantes de medicina que tituló “Lectures on the Duties and Qualifications of a Physician” aconsejándolos a tomar la profesión con humanidad, humildad y veracidad. Dos décadas después, Thomas Percival, médico del Manchester Royal Infirmary confeccionó, a pedido de los médicos “Medical Ethics” (publicado en 1803), que se ocupaba de la ética en las ríspidas relaciones entre los médicos. Algo similar ocurrió en nuestro país cuando en 1928 Nerio Rojas, Gregorio Aráoz Alfaro y Bernardo A Houssay publican una guía intelectual para el estudiante de medicina que titulan “La formación del espíritu médico” donde Rojas -amén de consideraciones de la ética en el tratamiento del enfermo- dedica una buena parte de su texto a ocuparse de las relaciones entre los médicos. Entre otras cosas dice unas palabras de gran actualidad: “Es necesario crearse un hábito mental: el aprender a pensar”. Después de los horrores de la Segunda Guerra Mundial y la reacción posterior que culminó en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, el panorama cambió. En 1970, el científico estadounidense Van R Potter acunó el término “Bioética” en un trabajo que publica. Allí se establece la alianza entre la bioética y los Derechos Humanos que se adapta a los desafíos y requerimientos de un nuevo tiempo para la medicina. En el último tiempo estos, entre muchos otros, fueron la identidad a través del genoma, la conservación de embriones, la donación de órganos, la fertilización asistida, nuevas enfermedades en el horizonte de la humanidad. En fin, una serie de desafíos diarios que enfrentamos desde nuestra noble disciplina, la de SER MËDICOS. Un rol social que nos implica además de capacitación permanente, compromiso y dedicación ante nuestra tarea con nuestros pacientes. La Bioética es un espacio de reivindicación para los valores del Humanismo Médico, a través del diálogo entre médico y paciente, sin asimetría, y con el atinado consejo de expertos que solamente manifiestan como importante tanto el valor humano como el sentido común. La Bioética ha expandido sus conocimientos y sus recomendaciones al terreno de la socioantropología médica al guiar y nutrir los condicionantes sobre la salud, la pobreza, la alimentación, los medicamentos, el acceso al agua potable, etc.